¿Qué sucede cuando tienes una idea, le prestas atención, le pones energía, la desarrollas, pasas a la acción, y resulta que nada sale como deseabas y esperabas? Creces! Eso es, creces.
Luego de casi un año de proponer un taller y que no salía, finalmente se armó grupo y venga, a trabajar. Una idea bonita, una propuesta de esas que me hacen sonreír y sentir que todo irá bien.
Llega el día y la gente comienza a fallar, algunos con buenas excusas, otros directamente expresando su miedo, otros sin dar señales de vida y al final, éramos los que teníamos que ser y estar! Ni más ni menos!.
Y así, comienza el taller. Uno de crecimiento y reconexión con el cuerpo. Y a medida que pasaba el tiempo, mis propuestas no fluían, no acababan de ser saceptadas. Había mucha verguenza. De esas que paralizan el cuerpo y la emoción.
Y entonces llega el momento de la reestructuración! Adios idea. Adios programa y a innovar. A sacar recursos, desempolvar herramientas e inventar otras. Hacer un "poti poti" con la energía que se estaba moviendo y trabajar desde ahí.
Y sabeis qué? Funcionó. Qué es lo que funcionó? La flexibilidad, el dejarme llevar, el dejar mi miedo a contactar con lo que no estaba previsto. Dejar que el grupo marcara tiempos y ritmos. Y yo de espectadora, atenta a lo que surgía y disfrutando del "no hacer" nada de lo que había imaginado que "debía" de hacer. Que bonito!!
Una maravilla de taller. Emotivo, divertido, amoroso y sobre todo con mucha entrega y apertura.
Y ese fue mi crecimiento. El confirmar que puedo tener ideas que dentro de mi "mundo" suenan fantásticas, pero que en mi "mundo" sólo yo sé lo que pasa y que en el de fuera, las necesidades son otras. Puede que sean parecidas, pero no iguales!
Flexibilidad y apertura. Es lo que me llevo como aprendizaje. Son las dos palabras que cojo como guías y de las que he aprendido mucho!! Gracias!!!!!!!